Muchas veces, somos conscientes de que estamos haciendo cosas que si nos las hicieran a nosotros, quizá nos sentaría demasiado mal.
Solemos tener la confianza de que esas cosas no nos ocurren a nosotros, por el mero hecho de pensar que somos mejores que los demás. Que tenemos más derechos que ellos y tenemos la sensación de sentirnos superiores a ellos.
Pero no hay peor cosa que ser jugador y terminar en algún momento siendo el jugado. El que pierde y el que acaba perdiendo.
El tiempo pone a cada uno en su sitio y nuestra actitud nos termina pasando factura en algún momento, a muchos por demasiado buenos y a otros por gilipollas.
Creedme, esto me lo han demostrado.
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