sábado, 14 de julio de 2012

¿Y ahora qué?


Dicen que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Aunque cuando uno cierra una puerta se preocupa de que se cierre bien, sin portazos, con cuidado y que quede bien cerrada para que no haya corrientes.
Pero cuando uno cierra una puerta nunca sabe que hay más abiertas. Nuestro miedo siempre es quedarnos atrapado en el vestíbulo, un vestíbulo en el que nunca hay nadie y la luz siempre está apagada.
Y no hay ningún truco, nadie a quien rezar, sólo desear que el tiempo pase y que encontremos salida lo antes posible. Aunque desde luego mientras se piense en volver a abrir la puerta que ya hemos cerrado nunca vamos a tener la oportunidad de poder salir de ahí.

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